25 Jun La historia de Ricard

Queremos compartir la historia de Ricard, una persona que sufrió una lesión medular y consiguió salir adelante gracias a su esfuerzo y optimismo.
¿Cuál es tu historia?
Hace 22 años, mientras estaba trabajando como soldador tuve un accidente laboral que resultó en varias fracturas y complicaciones, incluida una lesión medular completa a la altura de la vértebra dorsal 10. Uno se cree invencible hasta que un día te pasa.
¿Cómo cambió tu vida?
En ese momento tenía pareja, pensaba que tenía muchos amigos y me di cuenta de que por el accidente lo perdí casi todo. Cuando tienes una pérdida de movilidad súbita, la dificultad física es agotadora, pero la parte emocional y psicológica es devastadora.
Es todo un proceso asimilar que el tipo de vida al que estabas acostumbrado se ha terminado y que empieza otro. Para ello fue clave el apoyo de mi hermano y de dos amigos. Estuve en la clínica Asepeyo y luego en el Institut Guttmann y con ellos aprendí que, aunque la lesión sea irreparable, la vida continua. Después de algún tiempo, conocí a mi mujer, con quien rehíce mi vida y tuve una hija.

¿Y qué haces ahora?
Desde que tuve la lesión no he vuelto a trabajar, vivo con una pensión. Por eso me dediqué a lo que me gusta, el deporte. Fui campeón de España de lanzamiento de jabalina, e incluso me perdí unas Olimpiadas por un accidente de coche (del cual fui víctima, ¡no conducía yo!). Pero mi mayor pasión es el baloncesto, al cual me dediqué: jugué 6 temporadas en el FC Barcelona y 2 en la Penya.
¡También me gusta ir en bici y conseguí hacer el Camino de Santiago tres veces con una handbike!
¿Qué soluciones para mejorar la movilidad has utilizado?
Evidentemente sillas de ruedas. Prefiero las rígidas, que me permiten subir y bajar algún escalón pequeño, y subirla al coche. También usé bitutores, que me permitían estar de pie, pero era difícil moverse. De hecho, tuve varias caídas y en la última dije que se habían acabado, ya que me fisuré una vértebra y el cóccix. Desde entonces uso un bipedestador, con un joystick que me permite moverme por casa.

¿Cuál es la diferencia entre un exoesqueleto y estas otras ayudas de movilidad?
Sobre todo, a nivel emocional, ya que el exoesqueleto me permite ponerme de pie por mí mismo, pero también volver a caminar. La principal diferencia es la autonomía personal que me brinda el exoesqueleto y que los demás dispositivos, que son mucho más estáticos, no me permiten. El exoesqueleto ABLE es más cómodo que un bitutor y mucho más fácil de poner y de quitar. Además, es muy ligero e intuitivo, la máquina entiende cada paso que quieres dar y te ayuda a darlo. No es solamente terapéutico, sino que te da una ilusión. Tuve una sensación de autonomía y sentí que estaba dando los pasos yo mismo. Gracias a él, espero poder salir a la calle andando en unos años.
¿Porque los exoesqueletos podrían suponer una mejora en la calidad de vida?
Con el exoesqueleto siento autonomía personal y tengo mucha más libertad de movimiento. Nadie me coge para que pueda estar de pie y lo puedo usar donde sea y cuando quiera. Además, me da sensación de seguridad, lo cual valoro mucho por las múltiples caídas que tuve con el bitutor. Así que, si tuviese que escoger un aparato para mejorar mi movilidad, ese sería el exoesqueleto. Es fácil de usar y su ligereza permite moverlo fácilmente. Como un guante, una extensión de mi cuerpo que me permite volver a ser el de antes.
¿Tienes alguna idea de qué característica del exoesqueleto se podría mejorar?
Hasta ahora se ha conseguido que el exoesqueleto camine de forma bastante natural y los pasos son muy fáciles de dar. Pero para mí, lo que sería como un sueño es que pudiese subir y bajar escaleras.
¿Crees que el exoesqueleto podría tener otras aplicaciones?
Sí, creo que sería muy útil para uso industrial, para las personas como yo que necesiten levantar grandes pesos en el trabajo.
¿Qué consejo te gustaría compartir con otros lesionados medulares?
No rendirse y mirar siempre hacia adelante. Pensar en lo que se puede hacer y no en lo que se ha dejado de hacer e intentar ser feliz, rodeado de la gente que uno quiere. Sobre todo, ¡ser feliz!
“La silla la llevo en el culo y no en la cabeza” – Ricard
